Un asno que se
alimentaba en un
prado vio a un lobo
acercarse para
agarrarlo, e
inmediatamente
pretendió ser cojo.
El lobo,
acercándose,
preguntó la causa de
su cojera.
El asno contestó que
pasando por un seto
él había puesto el
pie sobre una espina
aguda. Él solicitó
al lobo que le
sacara la espina, no
sea que cuando se lo
vaya a comer pudiera
perjudicarle su
garganta.
El lobo consintió y
levantando en lo
alto el pie del
asno, daba su mente
entera al
descubrimiento de la
espina, cuando en
eso, el asno, con
sus talones, dio una
patada a los dientes
del lobo en su boca
y galopó lejos.
El lobo, siendo así
terriblemente
maltratado, dijo,
--Bien me pasa esto,
por meterme en el
arte de la curación,
cuándo mi padre sólo
me enseñó el oficio
de carnicero.
Nunca te
metas a
ejecutar
un
oficio
que aún
no
conoces. |