Grunt,
el sapoconcho, fue el último en llegar. Ya era noche
cerrada cuando alcanzó la cima del monte Pindo, en Carnota. Allí le
esperaba el resto del clan, el exclusivo grupo de animales amenazados
que habían sido arrastrados por su solidaridad hacia la última morada
del roble enano.
Marita,
la vacaloura, uno de los insectos más característicos de
aquella tierra llamada Galicia había llamado a la concentración, era
la anfitriona que perseguía el calor de otros animales ante la
destrucción de uno de sus últimos habitats en el país.
.- Al fin, Grunt. Hay cosas que no cambian nunca eh ?.
El pobre sapoconcho remontó como pudo los últimos
metros y se sentó junto a aquellos animales, casi únicos, que tan bien
conocía. Allí estaba Ralf
, el oso, que llevaba tres días peregrinando desde los
montes de Asturias y que hacía muchos años que no se acercaba tanto a
la costa. De hecho la presencia del plantígrado daba la medida de la
gravedad de la situación. Ralf únicamente salía de su segura morada
en muy especiales ocasiones. Igual que Rita
, la urogallo hembra, condenada desde hacía años a una
existencia clandestina y solitaria en los montes de Ancares. También se
había desplazado Flip
un arao joven que acudía por vez primera a aquel tipo de
reuniones y que intentaba limpiarse la enésima mancha de aceite que se
le había pegado en un ala poco antes de iniciar el viaje. El salmón
Splis
y la
salamandrita Sisa
habían
llegado juntos por un corredor de acuíferos desconocido para el hombre.
En realidad no hacía falta dar muchos detalles sobre
el desastre que había arrasado la última población del roble enano,
pero la vacaloura, que era muy ceremoniosa, se vio en la obligación de
dar unas palabras de bienvenida:
.- Queridos amigos, sé lo que os ha costado llegar
hasta aquí y os lo agradezco. No sé cuando nos podemos volver a reunir
y si en la próxima ocasión seguiremos estando los siete. Como sabeís,
un incendio arrasó este maravilloso paraje donde mi especie se
desarrollaba desde hace cientos de años. Mañana mi familia y yo
viajaremos hasta otro bosque, aunque no sé si llegaremos con vida. Cada
vez quedan menos alternativas y me temo que en unos pocos años las
vacalouras desapareceremos porque no podemos vivir entre los pinos y
mucho menos entre los eucaliptos.
Se hizo un breve silencio ante las gravedad de las
palabras del insecto. Marita
retomó la palabra para desmenuzar la
problemática de otros insectos: las familias que iban desapareciendo,
el efecto irreversible de los pesticidas y el progresivo calentamiento
de todo su entorno que apreciaba. En este momento todos asintieron. El
calor era una maldición y nadie estaba a salvo. Hasta el salmón Splits
que tantas veces entretenía a sus amigos con los relatos de sus
larguísimos y exóticos viajes, se limitó a corroborar esa sensación:
.- Hace calor en todos los sitios. Es imposible
zafarse de él.
Splis
dio algunas novedades sobre el deterioro de los caminos habituales: los
obstaculos en forma de presas habían aumentado y, por lo que veía,
iban a seguir haciéndolo. Y la contaminación de los ríos, por
increible que pudiera parecer, mantenía un espeluznante crecimiento.
En aquel momento, Rita
rompió a llorar. Su existencia era un infierno :
.- Desde que murió mi hermana me paso las 24 horas
del día intentando mantenerme con vida, contra la codicia del zorro, el
horror del fuego, el insoportable calor y hasta de los disparos de los
diablos de dos patas. Cualquier día me sorprenderán y me moriré. Y ni
siquiera he conocido un macho.
El silencio volvió a apoderarse del grupo.
Sisa
, la
salamandrita colilarga
que se mantenía cerca de la perenne humedad del salmón, recordó a su
familia, en las charcas de las Fragas del Eume. Ellos eran muchos. Pero
Sisa no olvidaba las historias de las viejas salamandras que
transmitían los recuerdos no tan lejanos de cuando una colonia entera
podía desplazarse por toda Galicia, de charca en charca, de río en
río. Hoy, su familia ya estaba sola, aislada y cercada por la
contaminación y la desecación del humedal.
Y mientras los siete animales permanecían callados y
abatidos, entre aquel silencio tenebroso, una voz profunda y extraña
salió del tronco quemado de uno de aquellos robles
moribundos:
.- Irmáns, non vos acobardedes. Sodes os derradeiros
dunhas estirpes que levan a historia de Galicia no seu sangue, que
estiveron sempre nesa historia verdadeira e non na que contan os demos
de dúas patas. Ti, oso, que fuches o rei dos montes galegos e que agora
vives no exilio. Ou ti sapoconcho, que tes que sobrevivir as tartarugas
que alguén trouxo das Américas. Ou ti, urogalo, que choras porque non
tes fillos e non quedará ninguén da túa familia para saltar polas
corredoiras do bosque. Todos vos, os que representades e os que non
puideron vir, tedes que manter o orgullo da vosa especie mentras quede
vivo, aínda que só sexa un de vos. Aguentaremos mentres podamos porque
é o noso compromiso. Loitar contra eles, os que tamén se din galegos
pero que nos queren exterminar. E a loita é manterse con vida. Sorte e
saúde.
Y la voz se extinguió en el interior del roble
moribundo, que volvió a la larga agonía a la que el fuego le había
condenado. Los siete animales se miraron en silencio hasta que Grunt
, el
sapoconcho,
recordó que en poco tiempo amanecería y que aun les quedaba un largo y
muy duro camino de regreso. Así que se despidieron y partieron a ocupar
su preciado y frágil habitat; lugares en proceso de deterioro pero en
los que aún podían vivir. Cada uno de ellos se abrazó al carballo
enano
antes de partir y Marita
,
la vacaloura se hinchó a llorar mientras memorizaba las
siluetas que desaparecían en la noche de aquellos animales que tal vez
nunca más volvería a ver.
El domingo 2 de abril, un incendio consumió 800
hectáreas en el monte Pindo, en Carnota. El fuego acabó también con
la última población de roble enano ( Quercus Lusitánica)
de Galicia.
De este modo, y aunque aún quedan algunos ejemplares en el Monte Louro,
de Muros, el suceso añade un nombre más a la ya muy nutrida lista de
especies extinguidas o condenadas a la extinción que han mermado la
biodiversidad en el siglo que acaba.