A pita do monte

no libro "Viaje por los montes y chimeneas de Galicia"

 

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De la pita montesa o urogallo, rey alado del bosque.

José María Castroviejo (1909-1983)

(Sobre el remordimiento del cazador, por matar con malas mañas al urogallo...)

(Donde se considera su caza con los más encendidos elogios: adorno de los bosques, alado rey de la selva, etc...)

 

 

El urogallo en la mesa: el gran gallo de los brezales...

Álvaro Cunqueiro (1911-1981)

(Sobre lo que perdemos en Galicia por no tener abundancia de Urogallos, ya que fue manjar de príncipes y arzobispos...)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El urogallo, rey alado del bosque.

(Jose María Castroviejo)

Lo que sigue son algunos trozos de texto que el libro "Viaje por los montes y chimeneas de Galicia" dedica al urogallo o Pita de Monte; y que considero vienen a enriquecer la ficha que sobre la pita de monte aparece en "A vida nos ríos galegos".

Añadir que esta parte está escrita por José María Castroviejo (1909-1983).

Lo que suena es el canto del urogallo que tan bien se describe a continuación...

Las fotografías, sacadas integramente de internet, no vienen en el texto.

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..."No he abatido nunca a un gallo de bosque con esas malicias de los amores que ahora se estilan, aunque sí presencié su caza, hace unos años, allá por las Asturias...

...El camino va entre árboles muy altos que, cuando se portan fachucos encendidos para orientarse, adquieren aspectos fantásticos,...las sombras se alargan, enredándose entre las piernas de los cazadores silenciosos, que se paran, de vez en vez y con el corazón en pálpito, a escuchar en el silencio de la noche si el gallo  empezó su serenata...Comienzan, al fin, antes de que alumbre el Oriente, las primeras notas que el rey alado de la montaña brinda, desde la rama de un roble o un hayedo, a la Naturaleza dormida y el amor desvelado. La primera estrofa de su canto se compone de una serie de notas sueltas que se precipitan  bruscamente hasta desembocar en un sonido vigoroso, comparable al ruido de una botella rápidamente descorchada. Después un ruido como de guadaña u hoz aguzada, cuchicheando débilmente. Dura todo muy poco, diez o doce segundos, y la última parte tan sólo dos o tres. En estos breves momentos el gallo de bosque, ebrio de pasión y de puro aire, no oye absolutamente nada. Son los aprovechados por el cazador madruguero para avanzar, inmovilizándose en los intervalos, hasta colocarse al pie del árbol y abatir, con la escopeta aún en sombra, al espléndido y loco cantor, que se derrumba pesadamente entre el crepitar de las ramas.

  Todo esto tiene su emoción ¡y, sin embargo...! No puedo creer que el cazador de veras deje de experimentar, por mucho que le ilusione la noble presa cobrada, una sensación de remordimiento en el hondón de la conciencia. Como algo no muy limpio, al contemplar con los primeros rayos del día la hermosura caída...

 

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...Este animal, considerado como pieza de caza mayor y al que la literatura cinegética no ahorra, con toda justicia, los más encendidos elogios: Adorno de los bosques, pasión del cazador, alado rey de la selva..., es normalmente de una desconfianza salvaje, por pocas aves igualada. Pero parece ser que en la época del celo llega a cometer las más increíbles locuras. Wildingen nos habla de un tetrao que se precipitó de repente sobre unos leñadores que estaban aserrando madera y empezó a golpearles con las alas y a picarles de tal modo, que con dificultad lograron ahuyentarlo. Otro, según el mismo narrador, bajó al campo, parándose delante de los caballos de un aldeano, a los que asustó, y un tercero acometía a todo el que se acercaba a su residencia, atreviéndose también con los caballos de un guardabosque.

   Lo cierto es que, encarcelado siervo de amor, comete la divina locura de cantar a la primavera, haciendo desaire al mundo, hasta que el arma alcahueta lo tira muerto como un montón de hojas. Quebrado por siempre ya el último canto...

   Digamos por último, melancolías a un lado, que la carne de la pita montesa, como se llama en Galicia al urogallo es fuertemente exquisita. Los arándanos del bosque (Vaccinium uliginosum), de los que es especialmente golosa, contribuyen a otorgarle un perfume especial, que Álvaro Cunqueiro traducirá en inolvidables recetas.

 

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 El gran gallo de los brezales

 

Lo que sigue son algunos trozos de texto que el libro "Viaje por los montes y chimeneas de Galicia" dedica al urogallo o Pita de Monte; y que considero vienen a enriquecer la ficha que sobre la pita de monte aparece en "A vida nos ríos galegos".

Añadir que este apartado está escrito por Álvaro Cunqueiro (1911-1981).

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...El Grand coq de bruyére. ¡El gran gallo de los brezales!.

       Iba muy devota para Roma una señora infante de Inglaterra, y por no ser conocida hasta hablaba en francés en el viaje, y hospedose en una abadía cercana a Grenoble, y preguntándole los señores monjes qué quería de desayuno, dijo que molleja de urogallo y queso frito, y un lego que estaba en un rincón con la cabeza rapada y las manos perdidas en mangas, oyendo la demanda, gritó: "¡Esta es princesa de Inglaterra, que desayuna a la moda de Truro!...

...La cocina episcopal de Truro, la única cocina inglesa, descansaba en el salmón y en el urogallo, y en el lomo de gamo a las finas hierbas, y los aguardientes de manzana mantenían a aquel cabildo, a aquellas sobrinas y a aquellos escolares muy colorados y robustos. En Salzburgo, los señores príncipes arzobispos iban a la montaña de los Capuchinos el lunes de Pascua Florida a comer urogallo relleno de ciruelas pasas...

...Digo todo esto para que se vea cuán ilustre manjar es el tetrao urogallo, a pita de monte, y cuánto perdemos con que no ande más vecino y abundante por los bosques galaicos.

 

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